Este fue nuestro último día por la zona de Osaka y alrededores, por la tarde pusimos rumbo a Tokio, pero aprovechamos la mañana visitando Himeji y su famoso castillo, para ello madrugamos un poco más que los días anteriores, dejamos las maletas preparadas y guardadas en recepción para al volver al medio día de Himeji no perder tiempo y únicamente recogerlas y salir corriendo a coger el tren dirección Tokio. Así pues después de desayunar en la habitación y hacer el check out nos dirigimos a la estación Shin-Osaka (la estación de Japan Rail Pass más cercana a nuestro hotel Mystays Shin Osaka Conference Center) para tomar el JR hacia la estación de Himeji, el trayecto fue directo con una duración de 40 minutos.
Nuestra excursión a esta ciudad se basó principalmente en la visita al castillo de la Grulla Blanca. Para llegar al salir de la estación hay que tomar la calle Otemae-dori y andarla durante unos 15 minutos hasta llegar a la entrada del recinto donde se encuentra el castillo, llegar no tiene perdida puesto que prácticamente desde el comienzo de esta calle ya podemos ver al fondo esta maravillosa construcción.
Himeji fue fortificado en 1333, pero su castillo no se construyo hasta pasados más de 200 años (1580), obra de Toyotomi Hideyoshi, 30 años más tarde en 1601 Ikeda Terumasa amplió el castillo añadiendo dos plantas a la construcción original que databa de tres plantas. En 1993 fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y Tesoro Nacional. Se conoce como el castillo de la Grulla Blanca por el color blanco de su yeso y por su posición en lo alto de la colina Himeyama. El castillo se erigió durante el periodo Eda como sede feudal y posteriormente como cuartel militar durante el periodo Meiji. El castillo es uno de los pocos de todo Japón que mantiene su estructura original, ya que nunca fue destruido ni quemado a lo largo de los siglos, únicamente se han llevado a cabo algunas restauraciones (la última finalizó a mediados de 2015). El fortín se compone de una torre principal de cinco plantas de unos 47 metros de altura y varias torres más pequeñas protegidas por un foso y una muralla con agujeros que servían para defenderse de los ejércitos invasores. En el interior de la torre principal podemos ver las distintas estancias y habitaciones además de una exposición de objetos tradicionales, la última planta hace honor a la deidad protectora del castillo Osakabe-myojin.
El castillo abre sus puertas todos los días de la semana de 9:00 a 17:00 del 1 de septiembre al 26 de abril y de 9:00 a 18:00 del 27 de abril al 31 de agosto. Su entrada cuesta 1000 yenes (7,80 euros aproximadamente) para los adultos y 300 yenes (2,40 euros aproximadamente) para los niños.
Después de visitar el castillo pusimos rumbo a la estación de Himeji de nuevo para coger el tren dirección nuestro hotel (parada de JR Shin Osaka), recoger las maletas y tomar el tren con destino Tokio, donde pasamos 4 noches. De camino a la estación de Himeji nos desviamos a la izquierda a mitad de la calle Otemae-dori para pasear por las galerías comerciales Miyuki-dori, una calle peatonal cubierta llena de tiendas de ropa, de souvenirs, algún pachinko y alguna que otra tienda con productos típicos japoneses.
Nuestros días en Osaka y alrededores llegaron a su fin, fueron seis días increíbles, en nuestra memoria aun guardamos la vida nocturna de Dotonbori, las mil puertas de Fushimi Inari, los ciervos de Nara y muchísimos recuerdos que no olvidaremos jamás, pero aún quedaba mucho viaje y después de recoger nuestras maletas en el hotel partimos a la estación de Shin-Osaka para coger el tren que nos llevaría a nuestra próxima ciudad base, Tokio. Conectamos la aplicación Hyperdia y marcamos como destino la estación JR de Otsuka de Tokio, ésta era la parada de tren más cercana a nuestro hotel, apenas 600 metros. El trayecto en tren duró 200 minutos aproximadamente con una escala en la estación de Tokio, eso sí los trenes japoneses además de ser de alta velocidad son muy cómodos y el viaje se pasa muy rápido, además con un poco de suerte si el día está despejado a mitad de camino podréis ver el famoso Monte Fuji, símbolo de todo el país y el pico más alto de todo Japón con casi 3800 metros de altura.
Por fin llegamos a Tokio, esta ciudad con aproximadamente 14 millones de personas es la capital del país nipón, el bullicio se nota nada más bajarnos del tren, miles de personas andan de un lado para otro sin aparente sentido, como en casi todas las grandes ciudades se respira un estrés que no lo habíamos notado en ninguna de las ciudades que habíamos visitado en días anteriores. Al salir de la estación caminamos unos 8 minutos hasta llegar a nuestro Hotel Mystays Higashi-Ikebukuro, al igual que en Osaka elegimos este hotel por su cercanía con la estación de JR de Otsuka, que nos serviría para recorrernos toda la ciudad y poder visitar fácilmente alguna de las ciudades de sus alrededores. Las habitaciones eran muy sencillas, disponían de WIFI y tenían lo justo para dormir y poder ducharnos todos los días, justo enfrente teníamos un supermercado FamilyMart 24 horas, en el cual compramos cafés, zumos y algunos dulces para poder desayunar en la habitación todos los días antes de salir a descubrir la ciudad y así ahorrarnos algunos yenes. Como conclusión yo diría que es un hotel con una calidad-precio muy razonable y con todas las comodidades básicas para descansar después de un largo día de turismo.
Después de dejar las maletas en la habitación decidimos ir a cenar a una de las zonas más importantes de la ciudad, Shibuya y su famoso cruce, donde nos tomamos unas pizzas y volvimos al hotel a descansar. Como al siguiente día comenzamos nuestra ruta por la mañana por esta zona, en el siguiente post os hablamos de como llegar desde nuestro hotel y porqué es tan famosa esta zona, así como nuestra visita al santuario Meji y algunos de los barrios y calles más frikis de todo Japón y probablemente del mundo.
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